El sociólogo británico Colin Francome dio a conocer algunos hechos alarmantes acerca de los abortos, en una encuesta que efectuó por dos años sobre las clínicas de aborto de Boston, Massachusetts y Long Island, Nueva York. Él dijo:
“Un dato estadístico sorprendente que reveló el estudio es que el 66 por ciento de las pacientes que recurrieron al aborto en la clínica de Boston eran católicas, mientras que de toda la población de Boston solo el 35 por ciento es católica. Pero, quizás, la revelación más sorprendente del estudio fue el hecho de que la mayoría de las pacientes eran católicas solteras que creían que el aborto era el menor de los dos males. ¿Por qué? El estudio dice que debido a los antecedentes religiosos, ¡ellas opinaban que era mejor abortar que “pecar repetidas veces por medio de usar anticonceptivos”!
Parece que un punto de vista desequilibrado del pecado ha sido inculcado en las personas por una iglesia que hace del control de la natalidad un asunto tan controversial —algo que la Biblia ni siquiera considera específicamente— como el asunto de matar a un feto, lo cual está claramente prohibido. Mientras tanto, en el furor sobre el control de la natalidad, apenas se habla sobre el pecado de la fornicación, lo cual en primer lugar produjo el bebé que no se deseaba.—Exodo 20:13; 21:22, 23; 1 Corintios 6:9, 10.
“Un dato estadístico sorprendente que reveló el estudio es que el 66 por ciento de las pacientes que recurrieron al aborto en la clínica de Boston eran católicas, mientras que de toda la población de Boston solo el 35 por ciento es católica. Pero, quizás, la revelación más sorprendente del estudio fue el hecho de que la mayoría de las pacientes eran católicas solteras que creían que el aborto era el menor de los dos males. ¿Por qué? El estudio dice que debido a los antecedentes religiosos, ¡ellas opinaban que era mejor abortar que “pecar repetidas veces por medio de usar anticonceptivos”!
Parece que un punto de vista desequilibrado del pecado ha sido inculcado en las personas por una iglesia que hace del control de la natalidad un asunto tan controversial —algo que la Biblia ni siquiera considera específicamente— como el asunto de matar a un feto, lo cual está claramente prohibido. Mientras tanto, en el furor sobre el control de la natalidad, apenas se habla sobre el pecado de la fornicación, lo cual en primer lugar produjo el bebé que no se deseaba.—Exodo 20:13; 21:22, 23; 1 Corintios 6:9, 10.