Hay a quien le cuesta asimilar el relato de que unos veinte judíos que partieron de Jerusalén rumbo a América en el 600 a.E.C., se multiplicaron y se dividieron en dos naciones en menos de treinta años. (2 Nefi 5:28.)
A los diecinueve años de su llegada, este pequeño grupo supuestamente construyó un templo “según el modelo del templo de Salomón [...]; y su obra fue sumamente hermosa”. Una empresa descomunal, desde luego. Para la construcción del templo de Salomón en Jerusalén, que tomó siete años, se necesitaron casi doscientos mil peones, artesanos y capataces. (2 Nefi 5:16; compárese con 1 Reyes, caps. 5, 6.)
A los lectores meticulosos de El Libro de Mormón los han desconcertado ciertos acontecimientos que no parecen guardar la debida secuencia cronológica. Por ejemplo, Hechos 11:26 dice: “A los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía” (RV). Pero Alma 46:15, al describir sucesos que, según se supone, tuvieron lugar en 73 a.E.C, sitúa a cristianos en América antes de que Cristo siquiera viniera a la Tierra.
El Libro de Mormón se presenta más como una narración histórica que como un tratado doctrinal. La frase “and it came to pass” (traducida en la versión española “y aconteció”, [/B]“y sucedió” y con otros verbos similares) aparece unas mil doscientas veces en la edición actual (alrededor de dos mil en la edición de 1830). Muchos lugares mencionados en la Biblia aún existen; sin embargo, se desconoce la ubicación de casi todos los lugares mencionados en El Libro de Mormón, como Gimgimno y Zeezrom.
El relato mormón habla de vastos asentamientos a lo ancho de Norteamérica. Helamán 3:8 dice: “Y sucedió que se multiplicaron y se extendieron [...] a tal grado que empezaron a cubrir la superficie de toda esa tierra”. Según Mormón 1:7, la tierra “había quedado cubierta de edificios”.
Muchos se preguntan dónde están los restos de estas extensas civilizaciones. ¿Dónde están los diversos objetos nefitas, como monedas de oro, espadas, escudos o petos? (Alma 11:4; 43:18-20.)
Teniendo en cuenta tales cuestiones, los seguidores de la fe mormona harían bien en reflexionar seriamente en las palabras de su correligionario Rex E. Lee: “La autenticidad del mormonismo se confirma o se destruye con el libro del cual deriva su apodo la Iglesia”.
Para el mormón sincero, así como para todo el que se considere cristiano, representa un desafío llegar a tener una fe basada en conocimiento bíblico sólido y no meramente en una oración emotiva.
(Para quien no sepa mucho de los mormones, siempre le sugieren a quien les escucha que le oren a Dios para preguntarle si lo que ellos enseñan es cierto o no).
A los diecinueve años de su llegada, este pequeño grupo supuestamente construyó un templo “según el modelo del templo de Salomón [...]; y su obra fue sumamente hermosa”. Una empresa descomunal, desde luego. Para la construcción del templo de Salomón en Jerusalén, que tomó siete años, se necesitaron casi doscientos mil peones, artesanos y capataces. (2 Nefi 5:16; compárese con 1 Reyes, caps. 5, 6.)
A los lectores meticulosos de El Libro de Mormón los han desconcertado ciertos acontecimientos que no parecen guardar la debida secuencia cronológica. Por ejemplo, Hechos 11:26 dice: “A los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía” (RV). Pero Alma 46:15, al describir sucesos que, según se supone, tuvieron lugar en 73 a.E.C, sitúa a cristianos en América antes de que Cristo siquiera viniera a la Tierra.
El Libro de Mormón se presenta más como una narración histórica que como un tratado doctrinal. La frase “and it came to pass” (traducida en la versión española “y aconteció”, [/B]“y sucedió” y con otros verbos similares) aparece unas mil doscientas veces en la edición actual (alrededor de dos mil en la edición de 1830). Muchos lugares mencionados en la Biblia aún existen; sin embargo, se desconoce la ubicación de casi todos los lugares mencionados en El Libro de Mormón, como Gimgimno y Zeezrom.
El relato mormón habla de vastos asentamientos a lo ancho de Norteamérica. Helamán 3:8 dice: “Y sucedió que se multiplicaron y se extendieron [...] a tal grado que empezaron a cubrir la superficie de toda esa tierra”. Según Mormón 1:7, la tierra “había quedado cubierta de edificios”.
Muchos se preguntan dónde están los restos de estas extensas civilizaciones. ¿Dónde están los diversos objetos nefitas, como monedas de oro, espadas, escudos o petos? (Alma 11:4; 43:18-20.)
Teniendo en cuenta tales cuestiones, los seguidores de la fe mormona harían bien en reflexionar seriamente en las palabras de su correligionario Rex E. Lee: “La autenticidad del mormonismo se confirma o se destruye con el libro del cual deriva su apodo la Iglesia”.
Para el mormón sincero, así como para todo el que se considere cristiano, representa un desafío llegar a tener una fe basada en conocimiento bíblico sólido y no meramente en una oración emotiva.
(Para quien no sepa mucho de los mormones, siempre le sugieren a quien les escucha que le oren a Dios para preguntarle si lo que ellos enseñan es cierto o no).