NO SEAN TERCOS
NO SEAN TERCOS
No existe la inmortalidad del alma
¿Adán y Eva tenían inmortalidad? No, la inmortalidad le es inherente sólo a Dios. Dice la Biblia: "La cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible, a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sean honra y el Imperio sempiterno. Amén” (1 Timoteo 6:15-16).
Sólo Dios tiene inmortalidad. Para poder prolongar indefinidamente la existencia, la primera pareja tenía que comer de lo que la Biblia llama "el árbol de la vida" (Génesis 2:9). Comiendo del fruto de este árbol, podía vivir eternamente. Pero el hombre rompió su relación con Dios. Desobedeció a su Señor, quebrantaron la armonía con el universo. Y a través de ellos los miembros de la raza humana, se hicieron reos del delito de muerte. La Biblia dice: "Porque la paga del pecado es muerte" (Romanos 6:23) Cuando rompieron la relación con Dios fueron alejados del huerto del Edén y del árbol de la vida para que no prolongaran indefinidamente una existencia pecaminosa. "Ahora, pues que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma y viva para siempre. Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado” (Génesis 3:22-23).
De esto resulta muy evidente que el hombre no tenía alma inmortal, como tampoco la tiene hoy. Por otra parte, el profeta Ezequiel, que comprendía perfectamente la teología de Dios, dijo con toda claridad: "El alma que pecare, ese morirá" (Ezequiel 18:4). Esto se entiende muy bien puesto que públicamente hablando, el alma es la combinación del polvo de la tierra y el soplo de vida de Dios. La muerte entonces de ninguna manera significa la separación entre el polvo de la tierra y el alma, ni significa que el cuerpo muere y el alma no, o que al morir el alma va a gozar al cielo o va al infierno a sufrir. No. Dice la Biblia que morirá el alma que pecare. Todos somos pecadores. Todos, por lo tanto, estamos sujetos a la muerte.
¿Qué ocurre al morir? La Biblia responde: "Y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio” (Eclesiastés 12:7).
Tú comprendes que una lámpara eléctrica por muy perfecta que sea, no produce luz a menos que se la conecte a la corriente. Cuando ésta llega a los filamentos se produce la luz. Si se aísla la corriente, vuelven las tinieblas. La lámpara está allí, pero no ilumina. En cuanto la corriente, se ha separado de la lámpara, está retenida. Así el polvo sin el espíritu, no es más que polvo. Y el soplo, es mero soplo de Dios, pero no un ser viviente.
La muerte es un sueño
Tan categórico es este hecho que la Biblia dice: "Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en el olvido. También su amor y su odio y su envidia, fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol" (Eclesiastés 9:5-6).
Esto es, al morir, la vida no se prolonga en un ser incorpóreo que sigue pensando y sintiendo. Los muertos nada saben. Afirma la Biblia: "Su memoria es puesta en el olvido". Desaparece todo lo que constituía la vida afectiva. Hablando de este mismo asunto, en el libro de Job se complementa diciendo: "Sus hijos tendrán honores pero él no lo sabrá, o serán humillados, y no entenderá de ello" (Job 14:21). La Biblia es clara en su revelación de que después de la muerte no hay conciencia alguna, y que el muerto no puede volver a interesarse en las cosas que ocurren sobre la tierra. Ni siquiera puede alabar a Dios, porque con la muerte su capacidad de pensar desaparece. La Biblia dice: "No alabarán los muertos a Jehová, ni cuantos descienden al silencio" (Salmos 115:17). Porque "sale su aliento y vuelve a la tierra, en ese mismo día perecen sus pensamientos" (Salmos 146:4)
La muerte viene a ser como un sueño en el que no hay conciencia de nada. Cuando dormimos con normalidad, pueden ocurrir los hechos más extraordinarios pero no los percibimos. Para el que muere sucede lo mismo: hasta que no despierte en el día de la resurrección no tendrá conciencia de ninguna cosa. La Biblia dice: "Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua" (Daniel 12:2).
Job en su angustia dijo: "Si, yo espero el Seol (sepulcro), es mi casa, haré mi cama en las tinieblas. A la profundidad del Seol (sepulcro) descenderá, y juntamente descenderán en el polvo" (Job 7:13-16). Se descansa porque se duerme. Esta vida es la única oportunidad que tenemos para definir nuestro destino. La Biblia dice: "Todo lo que te viniere a la mano para hacer hazlo según tus fuerzas; porque en el sepulcro a donde vas, no hay obra ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría" (Eclesiastés 9:10).
Cuando Jesús se refirió a la muerte de su amigo Lázaro dijo: ..."nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy a despertarle... pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos (sus discípulos) pensaron que hablaba del reposar del sueño". Entonces Jesús dijo claramente: "Lázaro ha muerto" (Juan 11:11,13-14).
Marta ante la pérdida de su hermano dijo a Jesús: "Señor si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Más también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará. Jesús dijo: Tu hermano resucitará. Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero. Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que en mí cree aunque esté muerto vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí morirá eternamente. ¿Crees esto?" (Juan 11:24-26).
La resurrección y la vida
Habrá una resurrección, habrá una nueva integración del polvo y el soplo de vida. ¿Cuándo? Cuando el Señor Jesús vuelva por segunda vez a esta tierra. Cuando Jesús vuelva a esta tierra, sucederá la primera resurrección que será la de todos los que hayan sido fieles. El apóstol Pablo se refirió a este tema diciendo: "Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por lo tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras” (1 Tesalonicenses 4:16-18).
Cuando el Señor venga a la tierra, vendrá para resucitar y llevar al cielo a quienes se hayan preparado para recibirle. Según una creencia popular, los justos al morir, van al cielo o el infierno. Ahora bien, si esto fuera cierto, y ya estuvieran allá, ¿cómo podrá entonces el Señor puede venir aquí a buscarlos y a resucitarlos? Esto sería contradictorio; pero en la realidad esto no es la verdad, puesto que los que han muerto no viven, ni vivirán hasta que el Señor regrese y los resucite.
¿Que esto te causa asombro? He aquí lo que dice el Señor: "No os maravilléis de esto, porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz” (Juan 5:28).
¿Cómo hemos de resucitar? ¿igual que como bajamos a la tumba? Acerca de esto el apóstol Pablo declaró: "He aquí os digo un misterio; no todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde esta oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?" (1 Corintios 15:51-55).
Éstos son pasajes bíblicos que infunden gran aliento. La Biblia nos da la seguridad de que, al haber desaparecido el pecado desaparecerán todas las cosas malas que hoy nos afligen. No más dolor, no más preocupación, ni enfermedad, ni enemistades, ni rencores, ni crimen, ni guerra. Nuestros seres queridos no volverán a sernos arrebatados por la muerte. El sepulcro habrá quedado derrotado para siempre.
Ésta es una verdad que conocían los miembros del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento. Dijo Isaías: "Destruirá (Jehová) a la muerte para siempre; y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra, porque Jehová lo ha dicho" (Isaías 25:8).
Job en medio de su angustia no permitió que lo confundieran la duda ni la incredulidad a cerca del más allá. Él plantea una pregunta y él mismo la contesta por inspiración divina cuando dijo: "Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir? Todos los días de mi edad esperaré, hasta que venga mi liberación” (Job 14:14). Lo mismo creía Isaías cuando manifestó: "Tus muertos vivirán, sus cadáveres resucitarán. ¡Despertad y cantad moradores del polvo! porque tu rocío es cual rocío de hortalizas, y la tierra dará sus muertos" (Isaías 26:19).
Conclusión
Resulta impresionante comprobar que la creencia tan generalizada aun entre los que profesan creer en la Biblia, de que la muerte no es muerte, y que después de morir se sigue viviendo en un lugar de gozo o de tormento, se originó, nada menos que en Satanás. Es evidente que Adán y Eva habían entendido muy bien cuáles eran sus privilegios y también cuál era su única limitación; un solo árbol que demostraría su obediencia al Creador. Mientras no quebrantaran alguno de los principios fundamentales del gobierno de Dios, vivirían eternamente gracias al árbol de la vida. Lo contrario acarrearía la muerte.
Satanás lo sabía y de manera astuta valiéndose de la serpiente sembró la duda en Eva y le hizo creer que el hombre no moriría si desobedecía a Dios. Dijo a la mujer: "No moriréis" (Génesis 3:4, 1-3).
Dios había dicho que si desobedecían morirían. Pero Satanás opuso a la verdad de Dios un error que se ha perpetuado hasta este tiempo presente. La idea de que el hombre dispone de un alma que sigue viviendo después de la muerte como se ve en la Biblia, tiene su origen en Satanás. Hoy esto se enseña como doctrina cristiana. Y sin embargo, no lo es.
Aunque la muerte entró, Jesús la derrotó, él dijo: "Y todo aquél que vive y cree en mí no morirá eternamente.
Por último, nadie tiene algo que está buscando:
"el cual pagará a cada uno conforme a sus obras:
vida eterna a los que, perseverando en bien hacer,
buscan gloria y honra e inmortalidad" Romanos 2:6
Ni tenemos gloria, ni tenemos inmortalidad.