Re: Quienes son estos Testigos?
“Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios.” (Génesis 5:24), “Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino.” (2ª Reyes 2:11). Hay dos testigos de Dios que no han conocido muerte pues fueron alzados y conducidos vivos al cielo: Enoc y Elías. “Y sucedió después esto: que su nombre fue elevado en vida, arriba hacia este Hijo del Hombre y hacia el Señor de los espíritus, lejos de los que viven en la tierra.” (2ª Enoc 70:1). “Hubo un hombre sabio, un gran artífice, y el Señor concibió amor para él y lo recibió, pues él debe contemplar [las] viviendas del Más Alto (Supremo) y ser un testigo ocular del Sabio y Grande y del reino inconcebible e inmutable del Dios Todopoderoso, y del muy maravilloso y glorioso y brillante, y como parámetro de muchos ojos de los sirvientes del Señor, y del trono inaccesible del Señor, y de los grados y manifestaciones de los anfitriones, y de la inefable ministración de la multitud de elementos, y de las varias apariciones y de los cantares inexpresables de los pródigos de los Kerubim, y de la luz ilimitada.” (2ª Enoc 1:A); “Y Anás y Caifás pensaron: Nuestra ley preceptúa que, en la boca de dos o tres testigos, toda palabra es válida. Pero sabemos que el bienaventurado Enoc, grato a Dios, fue transportado al cielo por la palabra de Él, y que la tumba del bienaventurado Moisés no se encontró nunca, y que la muerte del profeta Elías no es conocida.” (Nicodemo 16:6).
Enoc fue llevado para ser testigo ocular de todos los hechos acaecidos en la Tierra desde sus días con la rebelión de los girgori –los padres de los dioses y gigantes de la mitología- hasta Elías; luego Elías fue llevado como testigo desde los días de los profetas hasta Cristo; y Cristo es el gran testigo y contempla todo desde entonces para abogar por el mundo. “Y uno de ellos repuso: Yo soy Enoc, que he sido transportado aquí –al 3er cielo (el Paraíso)- por orden del Señor. Y el que está conmigo es Elías, el Tesbita, que fue arrebatado por un carro de fuego. Hasta hoy no hemos gustado la muerte, pero estamos reservados para el advenimiento del Anticristo, armados con enseñas divinas, y pródigamente preparados para combatir contra él, para darle muerte en Jerusalén, y para, al cabo de tres días y medio, ser de nuevo elevados vivos en las nubes.” (Nicodemo 26:4).