Hermanos PEREGRINO y MARTIN: creo que Vdes.
han hablado con la verdad.
Si PEREGRINO vive en el norte (Suecia) yo en
el sur (Uruguay), y la situación es la misma.
Es hermoso tributar a Dios el culto de
Adoración y Alabanza de que El es digno.
Pero lo que veo en toda la Biblia y la
historia, es que ello surge espontáneamente
de un pueblo de Dios que en fidelidad y
obediencia a su Palabra experimenta la unción
espiritual de Su presencia.
Normalmente lo que suele verse, es un culto
ya programado donde de continuo se estimula
a la congregación a que expresen todo su
júbilo y alegría delante del Señor, cantando,
palmeando, saltando, riendo, gritando y
danzando.
He visto algunas personas conocidas mías
hacer todo eso, mientras me constaba el hecho
real de que estaban inmersas en tremendos
problemas que las angustiaba mucho. Al salir
de la reunión y ya de vuelta en casa,
regresaban a toda su aflicción y problemas.
Las meras expresiones físicas, audibles y
visibles, por entusiastas que parezcan, no
prueban nada de que se le esté dando a Dios
una adoración espiritual y verdadera, y mucho
menos de júbilo genuino.
Muchas veces he pensado que el Señor prefiere
la obediencia a ofrecerle toda esa alabanza.
¿Será realmente para Dios, o es que habrá
otros beneficiarios con este sistema?
Se me ha ocurrido también, que quizá no se
cosechen buenas ofrendas en un culto serio
y solemne, entre aquellos que con expresión
adusta y severa escuchan un sermón bíblico
que ensalza la santidad de Dios y nos llama
al arrepentimiento.
En cambio, ¿cómo no habrá de responder
generosamente al estímulo a ofrendar quien
ha estado por largo rato cantando, riendo,
gritando, saltando y danzando?
Por favor, si Vdes. creen que me excedo con
estos pensamientos, ¡corríjanme!
Dios los bendiga.
Ricardo.