¿Se convierten los seres humanos en ángeles al morir?

10 Octubre 2008
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LA PEQUEÑA Argyro había muerto con apenas siete años de edad. Sus padres observaban consternados el cuerpecito vestido de blanco en el ataúd. Tratando de consolarlos, el sacerdote les dijo: “Dios se la llevó porque quería otro angelito en el cielo. Ahora su alma está cerca del Señor”.

Mucha gente cree sinceramente que los ángeles son las almas de personas que han muerto, aunque pocas religiones enseñan esto. La idea se ha popularizado con películas y series de televisión sobre difuntos que “se ganan las alas” —es decir, se convierten en ángeles— ayudando y protegiendo a los vivos.

¿Tenemos base para creer que nuestros seres queridos se convertirán en ángeles al morir? ¿Qué enseña la Biblia? Para saber la respuesta, veamos primero lo que dicen las Sagradas Escrituras sobre la naturaleza de los ángeles y el estado de los muertos.

Los ángeles, creación singular

Los ángeles son siervos de Dios invisibles y poderosos que viven en el mundo espiritual. Su existencia no depende de la de los seres humanos. Son espíritus creados por Dios. La Biblia dice: “Alaben ellos el nombre de Jehová; porque él mismo mandó y fueron creados” (Salmo 148:2, 5).

La Palabra de Dios revela que hay muchos millones de criaturas celestiales fieles, como los serafines y los querubines, que cumplen obedientemente funciones concretas según su rango y las comisiones que reciben (Salmo 103:20, 21; Isaías 6:1-7; Daniel 7:9, 10). ¿Tuvieron que morir seres humanos para que Dios pudiera crear a todos estos ángeles? En realidad, es totalmente imposible. ¿Por qué decimos eso?

La Biblia muestra que los ángeles fueron creados mucho antes que los humanos. Cuando Jehová hizo el planeta que bastante tiempo después habitaría la humanidad, los ángeles —llamados de forma poética “estrellas de la mañana”— ‘gozosamente clamaron a una y gritaron en aplauso’ (Job 38:4-7). Es obvio, pues, que ya existían muchísimo antes de que apareciera el hombre en la Tierra.

Además, existen grandes diferencias entre la naturaleza de los ángeles y la de los seres humanos, así como entre sus respectivos papeles en el propósito de Jehová. Dios creó al hombre “un poco inferior a los ángeles”, de modo que a estas criaturas espirituales se las puede considerar sobrehumanas, dotadas de mayor capacidad mental y poder que nosotros (Hebreos 2:7). Por otra parte, los ángeles tienen su “debido lugar de habitación” en los cielos (Judas 6), mientras que los hombres, según el propósito original de Dios, debían vivir para siempre en la Tierra (Génesis 1:28; 2:17; Salmo 37:29). Si nuestros primeros padres hubieran obedecido a Dios, no habrían muerto. Queda claro, entonces, que humanos y ángeles han desempeñado desde el principio papeles muy distintos en el propósito divino.

¿Qué nos sucede cuando morimos?

Otras preguntas importantes que debemos contestar son las siguientes: ¿Qué nos sucede cuando morimos? ¿Pasamos a otra forma de vida? ¿Nos convertimos, por ejemplo, en ángeles? La Biblia nos da esta respuesta clara y sencilla: “Los vivos tienen conciencia de que morirán; pero en cuanto a los muertos, ellos no tienen conciencia de nada en absoluto” (Eclesiastés 9:5). Así pues, cuando el hombre muere, deja de existir. Los muertos no saben, sienten ni experimentan absolutamente nada.

¿Hay, entonces, alguna esperanza para los muertos? Claro que sí. La Palabra de Dios brinda la esperanza de la resurrección para casi todos los que han fallecido. Y la inmensa mayoría de estos volverán a la vida como seres humanos en un paraíso terrestre (Lucas 23:43; Juan 5:28).
A un número menor de seres humanos, en total 144.000, se ofrece la esperanza de resucitar para vivir en los cielos. Ahora bien, una vez allí, estas criaturas son muy distintas de aquellas a las que suele llamarse ángeles. Por ejemplo, ejercen junto con Cristo las funciones de reyes, sacerdotes y jueces, y se les concede la inmortalidad (1 Corintios 6:3; Revelación [Apocalipsis] 20:6). ¿Son niños que han muerto estos 144.000? No. Son discípulos de Cristo que han sido sometidos a prueba plenamente (Lucas 22:28, 29).

Veamos también el contraste que existe entre los difuntos y los ángeles. Mientras que los primeros “no tienen conciencia de nada en absoluto”, los últimos tienen plena conciencia, sentimientos y voluntad propia. Pueden optar por hacer el bien o el mal (Génesis 6:2, 4; Salmo 146:4; 2 Pedro 2:4). Por otra parte, de los muertos se dice que son “impotentes” —o sea, carentes de poder—, pero de los ángeles, que son “poderosos” (Isaías 26:14; Salmo 103:20). Y por último, los descendientes de Adán son imperfectos y, como consecuencia, mueren; los ángeles obedientes, en cambio, son perfectos y gozan del favor divino (Mateo 18:10).

Aunque la idea de que los ángeles son las almas de los difuntos sirva de inspiración para series de televisión y películas, lo cierto es que no encuentra apoyo en las Escrituras. Las verdades bíblicas expuestas en este artículo nos ayudan a descartar conceptos erróneos sobre lo que les sucede a nuestros seres queridos al morir. Además, la Biblia nos asegura que los ángeles fieles —poderosos siervos de Jehová que fueron creados aparte— son superiores a los humanos y están siempre dispuestos a hacer la voluntad divina.

Afortunadamente, la voluntad de Jehová es que los ángeles protejan y ayuden a quienes lo respetan de corazón y se esfuerzan por servirle (Salmo 34:7).
 
Re: ¿Se convierten los seres humanos en ángeles al morir?

Mi opinión es que los seres humanos no se convierten en ángeles al morir. Los seres humanos se pudren al morir (a menos que los quemen o que los congelen, o algo parecido)

saludos cordiales.
 
Re: ¿Se convierten los seres humanos en ángeles al morir?

No

Somos lo que somos, y debemos estar felices con lo que El Áltisimo, nos dió.